Hace tiempo que no me acerco aquí. El desaliento se ha adueñado de mi, desde la última vez que quería dejar huellas de mis pensamientos. Con palabras, que algunas veces me salen de muy adentro.
Llegas un límite en que todo alrededor parece una nube. Donde salen personajes que conozco, pero que no entiendo. El límite de la mente es muy fuerte. Recapacitar, pensar... es un acto que por lo que me han demostrado, varía según el grado con que creo que me miran.
La mirada es el reflejo del alma, un corazón contento, se le ve enseguida, por el brillo de los ojos. Nos hace sentir bien. Es como una conexión de almas gemelas. Que se habían separado hace siglos. Y que parece que quieren convertir ahora en un mismo punto.
La tranquilidad interior, ha sido realizada a base de sufrimientos, que te dejan huella, se olvida el dolor. Simplemente te quedas con la amabilidad dada, en un momento oportuno. Te puede ayudar a salir de los últimos escalones, hacia la puerta que da hacia el cielo azul.
Pero la libertad interior, y que se te sale el corazón algunas veces. Sin querer, siempre das más de los que otros pueden asimilar. Posiblemente la soledad junto a la felicidad de mi alma es lo que realmente existe. Lo demás son banalidades que se van creando para no acercarte y sentarnos simplemente a pensar. Es muy duro, y cuesta muchos años, te puedes morir y no lo encuentras. O vives eternamente si crees en el que siempre como mejor amigo siempre esta a tu lado. Ayudándote a esquivar y a la vez obligándote a dar más de lo que realmente tienes.
Razonar primero, aunque la luz te haya iluminado ya desde el primer día que viste su brillo.
